Bien es sabido que, aunque lo más
sobresaliente de la opinión política del país está representada por dos grandes
partidos (famoso bipartidismo), las muchas ideologías existentes se reflejan en
infinidad de partidos políticos que no siempre alcanzan la relevancia buscada
por sus representantes.
Echando un vistazo al mosaico
español nos encontramos que entre diputados y senadores –en la actualidad- se
identifican 4 partidos de ámbito nacional, 21 de origen autonómico y un sinfín de
siglas más si buscáramos entre los parlamentos autónomos. Por otra parte
existen registrados, pero que nunca han tenido representación en ninguna
institución, más de 50 organizaciones o partidos, algunos de ellos con nombres
verdaderamente originales.
Si esta búsqueda la lleváramos cien
por cien a la calle, la realidad nos daría que existen decenas de millones de
opiniones. Una por cada habitante (no inmigrante, con perdón) con uso de razón
-estado que no se alcanza necesariamente a los siete años como siempre nos han
dicho- y mayoría de edad –que viene a ser otra valoración lineal que iguala a
listos y a tontos- es decir una locura para quien pretenda defender que sus
ideas son las buenas y mejores, con descalificación automática del oponente.
Todas estas ideas, doctrinas y
formas de pensar tienen un escaparate o representación mediática que nos cuenta
las noticias que se suceden y sobre ellas comentamos y discutimos, los
ciudadanos, con la información que cada cual ha tomado, normalmente por costumbre
y afinidad con el medio. Toda la información por “imparcial” que sea se
transmite sesgada, en mayor o menor medida, con lo que la misma noticia en
diferentes medios es el clásico vaso medio vacío o medio lleno. La prensa, en
general y por tradición, la tenemos identificada con una u otra ideología en la
que, parece lógico, también hemos de encuadrar a sus lectores.
Bueno, aquí es a donde quería
llegar, no sé si el camino habrá quedado suficientemente claro, pero pretendo
destacar -aunque sea de Perogrullo- que “el
sesgo” de la información siempre producirá opiniones a favor y en contra y
ambas tendrán posiblemente alguna razón. Lo que he observado y creo que define
más las formas de pensar, son las formas de ser y de comunicarse de sus
lectores. Invito, al que quiera, a hacer un fácil ejercicio: Tome una misma noticia en diferentes periódicos
digitales y profundice en los comentarios de sus lectores.
Quizás ahí se encuentre el verdadero “sesgo”. Las formas de los
comentarios y sus respuestas entre los lectores (normalmente con alias), las
expresiones, los insultos, las provocaciones, la altanería, la chulería,
posiblemente definan, más y mejor que la pretendida ideología, la catadura de
defensores y atacantes.
Créanme
que es un ejercicio muy interesante y hasta divertido.