Ingresos contra gastos. Cuando,
por circunstancias varias, personales, sociales, familiares, laborales y otras
muchas, nos encontramos con un problema de disponibilidad para gastar nuestros
ingresos, todos nos hacemos cábalas y largas meditaciones para decidir en donde
o en qué podemos reajustar nuestros gastos. Nos vemos obligados. Es sobre los
gastos, normalmente, sobre el capítulo que podemos actuar ya que sobre los
ingresos nos viene dada su cuantía y periodicidad en función de su origen, ya
laboral, o por cualquier otro tipo de renta.
Actualmente se encuentra en el
debate de la sociedad, de la prensa y del gobierno por donde atacar y atajar el
déficit que nos corroe como el óxido al hierro. Hay partidarios de incrementar
el IRPF y también los hay de subir el IVA. Ambas medidas consiguen inicialmente
el objetivo buscado de incrementar los ingresos aunque, a los ciudadanos, la
primera nos empobrece por pasar a ganar menos, reduciendo nuestros ingresos y
la segunda encarece la cesta de la compra. Esto sin profundizar más en los
efectos a medio y largo plazo.
Dicen que el efecto final para la economía de nuestros hogares puede ser el mismo pero dentro de la situación económica en que nos
encontramos -todos los días nos amargan en los telediarios con nuevas malas
noticias- yo estoy convencido de que es preferible que nos suban el IVA, nos
suban los precios de las cosas pero que cada uno con sus ingresos sea el que
elija en qué gastárselos.
La subida del IVA tiene además el efecto de
que le supone más gasto a quien compra uno u otro producto, es decir, de alguna
manera provee de ingresos al Estado aquel que consume pero no el que sin
comerlo ni beberlo, solo por el hecho de tener una nómina es atacado por el
IRPF.
Déjennos a nosotros
administrarnos solitos seleccionando los productos y servicios que queramos
consumir pero no nos ataquen en la línea de flotación de nuestros ingresos.
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