martes, 3 de julio de 2012

GAMBERRISMO


 Son ya muchos los años que nuestra sociedad viene padeciendo en muchos órdenes de la vida en común en nuestras ciudades, en nuestros barrios y al pie de nuestras casas, los penosos efectos del gamberrismo.

Durante el sarampión que pasamos en los años 80 y hasta mediada la década de los 90 en los que todo cambio estaba justificado y sobre todo en lo concerniente a la juventud, era actual, “democrático”, todo muy snob, había que terminar con las costumbres de “los carrozas” cuando no de “los fachas”, derrocar el respeto a los mayores, a la familia, y otros cambios que algunos decían estar convencidos de que eran necesarios para nuestra evolución (para ellos su revolución). Aquellas contemplaciones,  consentimiento y justificación lo sufrieron principalmente las generaciones adultas y ya maduras de aquellos años. Como el tiempo no perdona, aquella juventud ronda ahora los cuarenta o cincuenta y ya nos le hacen tanta gracia las pintadas de nuestros edificios, la rotura porque sí de los espejos de los coches aparcados, la mutilación de estatuas, el destrozo de papeleras, de maceteros y demás elementos de ornamentación y mobiliario urbano. Pero, y aquí viene lo más grave, ahora tienen que contemplar como aquellas gamberradas han ido dando pie a otros actos de carácter superior como el vandalismo organizado, kale borroka, guerrilla urbana y otros que, en ocasiones se gana perfectamente el calificativo de terrorismo.

En los últimos tiempos somos espectadores de cómo la mayoría de aglomeraciones populares que se organizan con cualquier excusa (protestas, reivindicaciones varias, huelgas, eventos deportivos, verbenas, ferias, etc. etc.) terminan con actos violentos de ciertos grupos –hay quien dice que perfectamente organizados de manera predeterminada- rotura de cabinas, escaparates, tiendas, bancos que a su vez derivan en saqueos.

De aquel gamberrismo este vandalismo. Es hora ya de que las leyes y, en definitiva, la sociedad en el estado de derecho en que vivimos, ponga veto a los desmanes cotidianos que alteran nuestra convivencia ya bastante perjudicada por otro tipo de desmanes que todos tenemos presentes por recientes.

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