Las marchas del vehículo en el
que hayamos decidido efectuar un viaje son importantísimas para realizarlo con
ciertas garantías de éxito, en cuanto a su objetivo final así como previamente
superar cada una de las etapas por las que nos veremos obligados a transitar.
Desde hace muchos años he utilizado,
en mi viaje laboral y profesional, un código no escrito de cinco atributos,
equivalentes a las cinco marchas, que he denominado “las cinco íes”, haciendo siempre
partícipe de ello a mis más cercanos colaboradores y compañeros. Quizás alguno,
si lee esta nota, se acuerde de los tiempos en que tratábamos de fijar valores
para hacer importante y digno nuestro trabajo.
Considero de suma importancia
tenerlas presentes para el desarrollo de un trabajo y puedo dar fe de la
tranquilidad que aporta saber que te encuentras dentro de su filosofía general.
Por ello voy a enumerarlas de manera concisa pero suficientemente clara y que
cada uno amplíe a su manera la propia calificación.
Interés
en tu trabajo y en las funciones encomendadas. Si no existe interés es mejor
cambiar cuanto antes.
Ideas
para aportar al grupo y organizar las tareas y los equipos haciendo partícipes
a todos sus componentes en la búsqueda del objetivo final.
Imaginación
para superar las trabas internas y externas que nos vamos a encontrar,
resolviendo los problemas y dificultades que siempre –incluso sin intención-
aparecen en el camino.
Iniciativa
para acometer y explorar nuevos caminos que no siempre están en la hoja de ruta
prescrita por otros. Representar con firmeza al equipo y tareas asignadas a tu
responsabilidad protegiéndolos del intrusismo, alpinismo laboral (trepas de
oficina) y otros existentes que todos conocemos. Nadie te va a decir cómo darle
carácter a tu cometido.
Innovación
para buscar mejoras y asimilar las que por diversos caminos lleguen. Hay que
tener una apertura de miras significativa para adaptar las mejoras técnicas y
de control que se van ofreciendo en el mercado y en la propia dinámica de la
empresa.
En mi larga trayectoria laboral,
a mí sí me ha servido de mucho el reconsiderar con cierta frecuencia en qué
punto me situaba yo mismo. Un análisis sincero te advierte de tus propias
posibilidades de mejora.