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martes, 19 de junio de 2012

LOW-COST


El concepto que irrumpe en nuestra sociedad en la década de los 90, aplicado casi exclusivamente sobre los pasajes en avión, se ha ido extendiendo a otros sectores y prácticamente toda actividad organizada hacia el ocio de los ciudadanos “disfruta” o “sufre” de este tipo de oferta, promoción o como quiera denominársele según la circunstancia o servicio.

Para mí, y lo digo de entrada, se trata de una forma de venta, como menos, inmoral. ¿Es correcto que en un hotel se encuentren, por ejemplo de veraneo, una familia con sus hijos que por unos días ha tenido que pagar 5.000 € y en las habitaciones de al lado y con las mismas circunstancias de personas y días solo le cueste 1.000 €? ¿Es equilibrado que en un determinado vuelo viajes por 150 € y tu vecino de asiento haya pagado 25 €? Este segundo ejemplo es motivo de reclamo en el anuncio de tv ¡¡incluso el negocio da para anunciarse!!

Creo que tales diferencias en igualdad de condiciones, solo pueden tener dos lecturas: o se estafa al primero o en su momento a alguno de los dos se le engaña, que a la postre es lo mismo.  A mí me costado perder 360 € con viajes el corte inglés.

Entiendo que las opiniones, en aquellos que se pronuncien, estarán divididas, a favor y en contra, muchas personas lo “disfrutan” como tantas otras lo “sufren” en su amor propio y en su cartera.

En la actualidad, este tipo de ofertas se ha multiplicado quizás al amparo de la crisis económica y aprovechando que el tren pasa por Valladolid.
Existe en la Ley de Comercio un apartado que explícitamente prohíbe vender por debajo del coste los productos de alimentación y otros, siendo muchas las sanciones impuestas a la distribución por su incumplimiento. ¿Existe o podría existir algo parecido en todos los sectores? ¿Cuál es el precio justo de un servicio que vende su 75% a 150 € y el 25% a 30 €? No es nada difícil controlarlo.

domingo, 17 de junio de 2012

LAS BLANCAS

Existía una ciudad que al cabo de los años y con mucho esfuerzo de sus profesionales había alcanzado un reconocimiento mundial como la ciudad de la Alta Peluquería. En ella se realizaban trabajos que marcaban las modas y avances en el gremio. Las grandes firmas, modelos y demás profesionales no movían un dedo sin tener en cuenta la pauta que allí se considerara. Habían conseguido una Marca. El nivel era altísimo en todos sus aspectos, presentación de los locales, ambientación, trato exquisito al cliente, trabajos específicos de peluquería y también –hay que decirlo- un nivel de precio a satisfacción de los profesionales que podían así, entre otras inversiones, acudir a los certámenes y convenciones internacionales sobre el sector.

En un momento dado y aprovechando la crisis económica que afecta a todos los segmentos de la sociedad, empiezan a aparecer personas (las llamaremos en adelante peluquerías blancas) que con experiencia y conocimientos muy precarios se instalan en locales muy generalistas que por módicos precios efectúan los servicios básicos de peluquería, compitiendo con la calidad y condiciones de los prestigiosos profesionales que tan duramente habían luchado por el nivel alcanzado.

La evolución:
Peluquerías marca ciudad                                                       Peluquerías Blancas
Reducen algo sus precios.                                                       Encantadas con sus ingresos.
No renuevan contratos.                                                           Se multiplican siguiendo la muestra.
Limitan su asistencia a congresos.                                         Se compran un piso nuevo.
Echan a personal.                                                                      Cogen ayudantes mal pagados.
La marca ciudad pierde prestigio.                                          Encantadas con sus ingresos.
Utilizan productos de menor calidad.                                   Se hacen asiduas de los mercadillos.
Ya no investigan, ya no innovan.                                           Servicios básicos y de baja calidad.
Empiezan a cerrar locales.                                                      Se multiplican siguiendo la muestra.
Las empresas de servicios se resienten.                               Encantadas con sus ingresos.
Los cierres son masivos.                                                          Algún familiar sufre sin trabajo.
Calidad y rentabilidad: cargadas.                                           Índices de mercado altos: logrado

Que cada uno saque su propia moraleja sobre el progreso, el bienestar social, tasas de empleo y, lo que es más importante, ¿qué palancas de crecimiento le quedan a ese sector en esa ciudad para un futuro mejor?.