Como he comentado en mi anterior artículo, somos tratados como una vulgar albóndiga por la clase mediática/periodística.
Cuando
salta una noticia -
normalmente mala - la situación que se produce es muy curiosa y a veces hasta ciertamente
graciosa. Todos las agencias, periódicos, emisoras y canales de tv se vuelcan
en hacérnosla llegar por el medio que sea; en tertulias, coloquios y hasta
programas extras monográficos. Si la “noticia” es de las que producen alarma
social (como ahora se dice) mejor que mejor. Compiten entre los diferentes
medios con sus mejores “armas”, incluso recomponiendo las programaciones
previstas. El objetivo es decir más cosas, más novedades y hasta más
suposiciones (muchas de ellas pura invención por no decir mentira) que el
adversario mediático, que lo machaquen en los medidores de audiencia.
Por referirnos a los últimos
tiempos hay que mencionar el caso Gurtel, los ERE, caso Bárcenas, elecciones
Andalucía, Chaves y Griñan, Susana/Pedro, Pedro/Susana, Bankia, Charlie Ebdo;
más reciente está el accidente del avión de germanwings
o, mejor dicho el asesinato de las 149 personas que viajaban hacia el país de
la “prima mater” hasta que lo
desgració el copiloto loco. Desde ese momento todos los medios ocuparon sus
espacios para informar sobre el
accidente y, por supuesto, aventurando noticias sobre su localización al
principio y sobre las causas después. Las
principales cadenas de TV dedicaron el 80% de su programación a repetir y
repetir comentarios y escenas una y otra vez hasta aburrirnos. Las tertulias
tienen el asunto como monográfico y todos se afanan en parecer que saben más
que los demás, sobre el propio accidente, sus causas y sobre la navegación
aérea en general. Todos conocimos hasta
la saciedad la vida y pecados de Andreas Lubitz y a sus vecinos, personaje del que hoy probablemente ya nadie se acuerda de su nombre.
El
caso de “Charlie Ebdo” provocaba
reacciones en toda Europa, estoy seguro que además de por su propia gravedad
también impulsadas por los medios que nos lo contaron con todo lujo de detalles
una y otra vez. A los pocos días se asesinaban a 150 estudiantes cristianos en
la universidad de Kenia y la noticia apenas ocupaba unos pocos minutos en las
televisiones, justo el tiempo que duraba el vídeo que nos mostraba los
cadáveres en toda su crudeza (también tendría que existir un control sobre esta
falta de sensibilidad y ética hacia el espectador).
En
los mismos días se produce el comienzo de los bombardeos que la Liga Árabe
comandada por Arabia Saudí realiza contra los rebeldes hutíes (grupo escindido
de los chiíes) que se han levantado en armas en Yemen, dentro de las
operaciones que en todo el territorio están protagonizando el EI. Esta
situación es novedosa y muy importante ya que en la Liga Árabe además de Arabia
Saudí se encuentran otra veintena de estados árabes como Jordania, Egipto,
Iraq, Kuwait, Argelia, Marruecos y otros más. Puede suponer el comienzo de una
escalada con cambios importantes en la balanza de fuerzas y alianzas en la
zona. No obstante la noticia pasa casi de puntillas en los telediarios.
Ahora
nos cuecen con el caso Rato y otras muchas noticias quedan en el olvido. Bueno
por no extenderme más, queda claro que los medios dominan el estado de ánimo de
la población y el orden de valores de la sociedad en cada momento.
Además
de albóndigas, de tan mediática esta sociedad se ha quedado mediatizada.
¡Lamentable!