viernes, 20 de junio de 2014

EUGENIA (la alegría de vivir)

Ella era mi amiga, es y siempre será mi amiga.
 
La he conocido en el 77, ¡¡solo han pasado 37 años!! desde aquellos días de mi llegada a Granada en los que tuve la gran suerte de formar equipo de trabajo con ella. Desde el primer momento asumió y se involucró en los objetivos profesionales para los que me habían contratado. A lo largo de los años compartimos muchos buenos momentos y algunos no tan buenos en el devenir de la empresa, pero siempre a base de muchas, muchas horas de trabajo con un balance mayoritariamente positivo.

Cuando opta por asumir otras responsabilidades dentro de la organización ya se habían afianzado unos grandes lazos de amistad entre nosotros y así ha seguido siendo incluso después de que la enfermedad la alejara del terreno de juego profesional. Hasta el último día ella era mi amiga, es y siempre será mi amiga.
Conseguía transmitir, hasta niveles insospechados, la importancia de la vida, de disfrutar de lo que tenemos y que la misma vida nos ofrece en cada momento. Sus ganas de luchar y vivir eran tan grandes que la llevaron a apuntarse en los cursos más insospechados y variopintos de la universidad para mayores, efectuar cruceros con las amigas, realizar cualquier viaje que se le proponía por cualquier motivo.
Su alegría de vivir superaba todos los males que se presentaran, su necesidad de disfrutar la vida hacía que los dolores, que tumbarían a cualquiera, solo supusieran para ella una cierta incomodidad.
Si bien en el trabajo era de convicciones estrictas y tan exigente con los demás como con ella misma, en su vida particular tenía un carácter conciliador extremo, actuando de moderadora en cualquier discusión que pudiera surgir.
Su alta autoestima era motivo, de alguna manera, de la lucha diaria con el dolor y la enfermedad. Su aspecto exterior tenía que estar siempre en estado de revista. Tenía que poder como el que más.
No he conocido a nadie tan valiente como ella. Al cabo de tantos y tantos años, de tantas y tantas operaciones que le trasteaban en su interior, su afán de vivir y disfrutar era tal que solo cabe mencionar además de los cruceros, viajes y universidad su placer por conducir, ir al gimnasio, a la piscina, promover reuniones, comidas y cenas con sus amigos, ir de compras. Cobrar en el banco en billetes pequeños. Disfrutar comiendo y bebiendo con un estilo propio en sus maneras. Positivamente chuminosa.
Siempre dispuesta para ser la primera. En los juegos se devanaba los sesos para ganar. En las reuniones, cumples, santos y otros, participaba siempre en la compra de regalos, organizaba, recogía, con una disposición envidiable.
Nunca se quejaba y si la conversación tomaba cauces en los que afloraban los sentimientos sobre la enfermedad, era ella la que acababa dándonos ánimos a los demás. Increíble.
Se ha ido pero no se ha ido. Es como si hubiera iniciado un crucero a los que tanto gusto les había cogido. Ahora no se por donde andará pero estoy seguro que allí donde esté estará haciendo feliz a los que le rodean con sus iniciativas, con su empuje, con sus enormes ganas de organizar eventos y reuniones entre amigos.
Me han dicho que Julia espera que la llame por teléfono para contarle cómo es el cielo. Ella seguro que lo sabe, se lo ha ganado a pulso.
Era querida por todos, su agrado y manera de ser hacía que se mantuvieran las relaciones con todo el que la conocía. Alguien dijo, en las últimas jornadas acompañándola, que había conseguido lo impensable, reunir a tantos "puleveros" de varias generaciones. Yo alcanzo a contar a 68 con presencia física, más todos los amigos y familiares.
Se ha ido pero no se ha ido. Siempre va a estar en nuestros corazones. Era mi amiga, es y siempre será mi amiga, EUGENIA.

 

  

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