Como en la alta costura, en otras
muchas costumbres y disciplinas existen modas. La moda viene a ser una forma de
ver, actuar y responder de la sociedad ante situaciones puestas de relieve –normalmente
por ciertos cabecillas o industrias interesadas y a veces oportunistas- que pretenden
determinar, a su manera, la historia de la sociedad e incluso de la humanidad.
No ha de confundirse moda con la
evolución del ser humano y la superación de obstáculos que el progreso va
planteándonos. Este progreso y mejora de la calidad de vida ha pasado, al menos
en las sociedades avanzadas, por conseguir la igualdad de derechos y oportunidades
entre hombres y mujeres aunque sean muchos los que lo consideran todavía
insuficiente.
En mi opinión, en España, hemos
alcanzado un nivel bastante satisfactorio al respecto. Es cierto que existen
actitudes y situaciones injuriantes y discriminatorias para con la mujer pero
que también se encuentran entre los hombres. Estos casos no tienen nada que ver
con la igualdad, sino con otro tipo de perjuicios morales de algunas personas.
Lo malo de esto es cuando se
quieren levantar banderas facilonas en pro de la igualdad. El gobierno anterior
llegó al paroxismo de crear incluso un ministerio de la igualdad que, como estaba
cantado, tuvo que eliminar por su inoperancia a los pocos años. Hoy día no existe,
y sus funciones específicas se encuadran en otros ministerios.
Es en política en donde más se
menciona el sistema de cuotas para la igualdad entre hombres y mujeres. Nada
más estrafalario; ¿desde cuándo se selecciona y asigna personal para puestos de
dirección en función de la igualdad? Estructuralmente es absurdo y seguramente
suicida en la empresa privada; también lo debería ser en cualquier otra organización,
sea pública o privada.
La igualdad debe existir como
algo natural dentro de nuestro propio ser en referencia a los derechos y
oportunidades pero nunca confundirlo con la “obligación” de igualar número de
hombres y mujeres en los puestos de trabajo al nivel que sea. Resulta de un machismo
sideral (como dicen ahora).
No es de recibo pensar que si voy
a contratar cuatro personas para mi negocio, contrate por obligación dos de
cada sexo. ¡¡Por favor!! Contrataré a los cuatro que mejor cumplan con las
características y perfiles que atribuyo a los puestos a cubrir. Y sí, es
cierto, que para algunos puestos son, preferiblemente, mujeres y para otros, hombres.
¿Es que
también puede exigirse igualdad de cuotas para altos y bajos, para delgados y
obesos, fuertes y débiles, guapos y feos, ricos y pobres, etc. etc.? ¿Hay que
acotar a los emprendedores de futuros negocios y empresas en función de su
sexo? Seamos serios, dejémonos de chorradas de cuotas y otras zarandajas y
fomentemos la igualdad y la mejora de la sociedad por la educación, iniciativa,
investigación, esfuerzo, valoración de méritos, creación de riqueza y empleo al
margen de que sean hombres o mujeres. Lo importante es el logro.