miércoles, 13 de marzo de 2013

IGUALDAD

Como en la alta costura, en otras muchas costumbres y disciplinas existen modas. La moda viene a ser una forma de ver, actuar y responder de la sociedad ante situaciones puestas de relieve –normalmente por ciertos cabecillas o industrias interesadas y a veces oportunistas- que pretenden determinar, a su manera, la historia de la sociedad e incluso de la humanidad.

No ha de confundirse moda con la evolución del ser humano y la superación de obstáculos que el progreso va planteándonos. Este progreso y mejora de la calidad de vida ha pasado, al menos en las sociedades avanzadas, por conseguir la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres aunque sean muchos los que lo consideran todavía insuficiente.

En mi opinión, en España, hemos alcanzado un nivel bastante satisfactorio al respecto. Es cierto que existen actitudes y situaciones injuriantes y discriminatorias para con la mujer pero que también se encuentran entre los hombres. Estos casos no tienen nada que ver con la igualdad, sino con otro tipo de perjuicios morales de algunas personas.

Lo malo de esto es cuando se quieren levantar banderas facilonas en pro de la igualdad. El gobierno anterior llegó al paroxismo de crear incluso un ministerio de la igualdad que, como estaba cantado, tuvo que eliminar por su inoperancia a los pocos años. Hoy día no existe, y sus funciones específicas se encuadran en otros ministerios.

Es en política en donde más se menciona el sistema de cuotas para la igualdad entre hombres y mujeres. Nada más estrafalario; ¿desde cuándo se selecciona y asigna personal para puestos de dirección en función de la igualdad? Estructuralmente es absurdo y seguramente suicida en la empresa privada; también lo debería ser en cualquier otra organización, sea pública o privada.

La igualdad debe existir como algo natural dentro de nuestro propio ser en referencia a los derechos y oportunidades pero nunca confundirlo con la “obligación” de igualar número de hombres y mujeres en los puestos de trabajo al nivel que sea. Resulta de un machismo sideral (como dicen ahora).

No es de recibo pensar que si voy a contratar cuatro personas para mi negocio, contrate por obligación dos de cada sexo. ¡¡Por favor!! Contrataré a los cuatro que mejor cumplan con las características y perfiles que atribuyo a los puestos a cubrir. Y sí, es cierto, que para algunos puestos son, preferiblemente, mujeres y para otros, hombres.
¿Es que también puede exigirse igualdad de cuotas para altos y bajos, para delgados y obesos, fuertes y débiles, guapos y feos, ricos y pobres, etc. etc.? ¿Hay que acotar a los emprendedores de futuros negocios y empresas en función de su sexo? Seamos serios, dejémonos de chorradas de cuotas y otras zarandajas y fomentemos la igualdad y la mejora de la sociedad por la educación, iniciativa, investigación, esfuerzo, valoración de méritos, creación de riqueza y empleo al margen de que sean hombres o mujeres. Lo importante es el logro.

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