Soy contrario a las
manifestaciones callejeras y pancarteras con poquísimas excepciones. La gran
mayoría de ellas no sirven para nada, no logran ninguno de sus objetivos
(cuando los tienen, que no siempre los tienen claros) y un porcentaje demasiado
alto de ellas acaba en algarada callejera, trifulca violenta con la autoridad
que, en definitiva, solamente consiguen deteriorar la imagen de España en el
exterior. Quizás exista alguna estadística que revele las verdaderas intenciones
destructivas de los que las promueven, aprovechándose de lo fácil que es
manipular las masas, sobre todo cuando se enarbolan eslóganes demagógicos.
¡No
a la guerra! Caramba, quién quiere la guerra, es un deseo común que no nos gusten las
guerras. “Dos no pelean si uno no quiere” ¡mentira! Basta que uno se empeñe
para que dos o más se peleen.
¡Que
bajen los impuestos! Todos queremos pagar menos impuestos.
¡Servicios
públicos y gratuitos! Sí sí, pero queremos pagar menos impuestos. Quién y cómo se paga lo
público?
¡Más
trabajo! Deseo primario (para algunos solo eso: deseo) para conseguir ingresos.
¡Mejoras
salariales! Así, por las buenas. Sin medir las mejoras en la productividad y en la
rentabilidad. Todos queremos ganar más.
¡Ganar
más y trabajar menos! No quedamos en que queríamos más trabajo?
Y así otros muchos, la mayoría de
los mensajes que se utilizan para movilizar a la gente con fines ocultos y
perversos. En fin, tengo más confianza y defiendo la reclamación más razonada,
organizada y conducida a través de los cauces legales.
En agosto de 2012, escribía en
este blog un apartado que denominaba “Partidos Políticos”, en el que me
preguntaba por qué no se constituían en un partido todos los cabecillas y
portavoces de gran número de las manifestaciones que nos incordian a diario
para presentarse en las elecciones. Ahora parece que desde algunas tribunas se
está animando al movimiento 15M para que se presenten en las próximas
elecciones. Me parece muy bien. Por una parte, conoceríamos los líderes intelectuales
de tal movimiento (recientemente una portavoz socialista les acusó de
pertenecer a la derecha política) y su capacidad de organizar tanto estructural
como funcionalmente las personas y las ideas. Creo que será difícil que veamos una
organización de responsables para puestos de responsabilidad de verdad, no
follonera. Diputados, senadores, alcaldes y demás representantes del pueblo. A
mí, al menos, no me representan con una pancarta, un grito y una piedra
pegándose con la policía.
Otra cosa son las protestas de
verdadera y natural indignación por actuaciones del Gobierno con las que no
podemos estar de acuerdo. Son estas unas manifestaciones muy respetables, y
sobre ellas escribiré muy en breve con las consideraciones que, en mi opinión,
debemos hacernos.
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