
El día 17 de febrero, miércoles de ceniza se dio por terminado el
carnaval, con grandes desfiles y escenificaciones de tipos y figuras exageradas
y grotescas como la ocasión lo demanda. Pero realmente es, cuatro días más tarde,
el 21 domingo, cuando se rematan las actuaciones de los grupos, coros,
chirigotas y comparsas a cargo de los "cómicos" escenificando una mal
llamada Gala de Los premios Goya.
A ciencia cierta no se sabe quienes lo hacen mejor, si las
agrupaciones de Cádiz, Las Palmas, Tenerife, Galicia o cualquier otro rincón de
España que se pasan todo el año ahorrando de sus propias y muy normalitas
economías para hacerse con una vestimenta digna y siempre original, ideando
letras ocurrentes para sus canciones que, con mucho humor, respondan a acontecimientos
actuales, o los cómicos que nos han tocado en gracia (a veces muy poca, por cierto) compitiendo a ver quien dice la frase más ingeniosa,
normalmente cargada de demagogia barata, y siempre luciendo el mayor lujo en
vestimenta (Armani, Gucci, Dior ....) con una puesta en escena de altísimo
nivel y coste. Es difícil diferenciar la chirigota real de la mascarada
interesada.
En la transmisión que nos ofreció la televisión pública (la que
pagamos todos y de todas las ideologías) destacaban en la entrada, los
figurantes y otros trabajadores del gremio, pero menos afortunados,
manifestando sus quejas al pie de la alfombra roja. Quejas que en buena medida
iban contra sus contratadores que en la gala lucían palmito y buscaban
"foto", muchos de ellos gracias a las subvenciones de nuestros
presupuestos y no exactamente de su mérito y esfuerzo personal.
Entre ellos también había, según nuestro ministro de Hacienda, quienes
por sus sustanciosos ingresos rinden impuestos fuera de nuestras fronteras. Si
es así, resulta escandaloso que se atrevan a proclamarse defensores de los
débiles que injustamente son agredidos por gobiernos y leyes democráticas; es
una burla, mejor lo harían riéndose de sus madres aunque –claro- estas también
están en sus mismas ondas.
Socialmente se presupone que los niveles y estatus de las personas
conllevan un grado de educación sino alta, al menos suficiente para andar por
la vida, pero han dejado claro que hay colectivos que no cumplen con esta
norma.
Es cierto que el hábito no hace al monje y que la mona aunque se vista
de seda mona se queda. En los niveles de educación primaria se encuentra el
saber estar y ser consciente de que cada cosa tiene su momento y que también
hay un momento para cada cosa. La mayoría de estos ostentosos no alcanza este
mínimo nivel ¡¡¡suspendidos!!! Una Gala (con mayúsculas) pretendiendo imitar la
de los Oscar “americano” debe tratar de cuentos y películas, no de arengas
políticas facilonas y demagógicas.

Hay que reconocer aquí, porque es cierto, que en galas anteriores
recientes no fueron tan reivindicativos, “tanto pía el pollo como le dan
bollo”.
Esta gente mide la respuesta social que provoca? No es triste que de
la gala se hable sobre las gilipolleces dichas y no de las películas y méritos
de los profesionales del cine, que también los hay y muy buenos?
Quién es la Candela Peña? que por lo que ha contado tuvo la
desgracia de perder a un ser querido en
un hospital del tercer mundo, por lo menos en la África profunda. Tenía que
haberse dejado aconsejar por las experiencias sanitarias de Javier y Pep. Este
Javier, otro que tal baila, viviendo en pleno capitalismo que condena de boca
para afuera y tomando como justificación de “sus tendencias” a los pobres del
Sáhara.
Quién es Eva Hache? yo al menos, no la conocía, no me sonaba, como la
hache muda (mejor hubiera estado).
Y qué decir de la sí muy conocida y famosa Maribel Verdú. Según dice
la prensa, ha ganado mucho dinero en campañas como la de las hipotecas del
Santander, hipotecas de riesgo de desahucio, para ahora venir transmitiendo
penas que posiblemente alguna, ella misma haya fomentado. Eso sí, lo decía con
mucho, mucho dinero encima en vestidos y joyas (aunque no fueran suyas).
Tanto lujo no se corresponde con los mensajes y mucho menos con la
solidaridad que proclaman.
“Zapatero a tus zapatos” y entiéndase como cada uno
quiera.