El pasado 25 de mayo tuvo lugar
la final de futbol de la Copa del Rey entre el Athletic de Bilbao y el F.C.
Barcelona. El encuentro se celebró en el estadio madrileño Vicente Calderón. La
presencia del Príncipe de Asturias y el Himno Nacional fueron atronadoramente
silbados. Salvando los muchos espectadores respetuosos, que los hubo y muchos,
la mayoría ruidosa y alborotadora (se supone que seguidores vascos y catalanes)
no tuvo ni el más mínimo atisbo de educación y respeto por símbolos de todos
los españoles como son La Casa Real y el Himno Nacional. Su comportamiento simplemente
fue eso: una muestra de su muy mala educación. Nada tienen que ver las ideas
con los comportamientos en la sociedad de todos. Curiosamente ese mismo día,
Artur Mas (gobierno autonómico de Cataluña) pedía imperiosamente ayuda de
liquidez al Gobierno de España para poder pagar a final de mes y cumplir con
sus obligaciones. Son casualidades de la vida dignas de cierto análisis.
Esperanza Aguirre también estuvo
presente en la mente y en la boca de la turba silbosa y no precisamente con
flores. Todo el pecado de la Sra. Aguirre había sido comentar la posibilidad de
celebrar el partido a puerta cerrada al haber más que indicios de la comisión
de un delito que, era seguro que se iba
a cometer. No sé hasta qué punto los políticos han de medir sus palabras cuando
de verdades manifiestas se trata, pero nunca está de más que la verdad que todo
el mundo piensa haya alguien que la diga.
En los días siguientes, estos
lamentables y vergonzosos hechos fueron muy comentados en la generalidad de la
prensa como un lance más del partido o algo que se acepta por costumbre en el
deterioro de las buenas maneras y reglas de buena convivencia nacional. Muy
pocos fueron críticos y protestaron destacando la verdadera importancia de los
hechos. Tampoco ha sobresalido una protesta o queja de los estamentos oficiales
del Estado en defensa de unas de sus mayores representaciones.
Es muy curioso que la Federación Española
de Futbol como la UEFA a través de sus órganos y comités de disciplina
deportiva sancionen a los clubs o federaciones por los comportamientos
antideportivos de sus aficiones, por ejemplo por conductas xenófobas ofendiendo
a un cierto jugador de color u otros y, sin embargo, se quedan impávidos, impertérritos
ante una ofensa tan alevosa a millones de españoles. Que sepamos no se ha
producido ni siquiera una advertencia a los clubs responsables Athletic de
Bilbao y F.C. Barcelona. Una vergüenza!
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