Lamentablemente, debido a la
enorme y tremenda crisis económica en que hoy estamos inmersos nos encontramos
todos los días y en todos los medios audiovisuales conceptos de carácter
financiero, no siempre entendibles ni suficientemente explicados.
Entre ellos hay dos que son
sumamente simples y – de alguna manera – básicos, como origen de la mayoría de
los problemas actuales en general.
Déficit.
Su significado (siempre de forma sencilla y práctica) viene a ser el resultado
negativo de una aplicación aritmética: Ingresos menos gastos. Si el resultado
es negativo ese es el déficit, si fuera positivo sería superávit. Como
conclusión, el déficit quiere decir que se gasta más de lo que se ingresa y si
no responde a una situación verdaderamente extraordinaria y, además, se produce
durante varios años seguidos . . . mal van a ir las cosas . . . muy mal van a
ir . . . mal nos están yendo.
Las soluciones, siguiendo con la
sencillez de estas notas, solo pueden ser dos: o se suben los ingresos o se
reducen los gastos. ¿Les suena esto de reducir gastos, efectuar recortes en los
gastos?
Endeudamiento. No
tiene, necesariamente, por qué estar ligado al déficit. El endeudamiento viene
a ser el nivel de deudas que se han ido adquiriendo por diversos motivos siendo
el más habitual, lógicamente, la falta de liquidez, falta de dinero contante y
sonante.
El endeudamiento es totalmente
normal, y me atrevería a decir que hasta cierto punto necesario, para el
desarrollo de cualquier gestión económica,
pero cuidando que no supere los límites de la prudencia. Posiblemente en
lo público existan o debieran existir límites establecidos por las leyes.
Una de las consecuencias graves
de un alto endeudamiento (además de que, naturalmente, hay que devolverlo) es
que produce un importante gasto como consecuencia de sus intereses.
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