martes, 30 de octubre de 2012

LA HUELGA




 


Que la huelga es un derecho reconocido en La Constitución nadie lo niega, pero su uso y su manipulación, normalmente, se aleja del espíritu que la identifica y hasta la dignifica.

La gran mayoría de huelgas generales que se han producido en democracia han tenido tintes totalmente políticos y muy poca motivación laboral. Tanto es así que solo hay que repasar qué se hizo durante los años que se gestaron los 3 millones de parados que pasaron a engrosar las listas del paro, alcanzando los 5 millones. ¿Cuántos millones de euros regaron los sindicatos?

La huelga, como herramienta que es para poner de manifiesto una protesta, ha de ser utilizada con sumo cuidado y precaución para que su uso no produzca más daños de aquellos que se pretenden solucionar. No concibo que una ama de casa tradicional se ponga en huelga de no cocinar ni dar de comer a los componentes de una familia porque el padre que trae los ingresos a la casa no lo hace en suficiente cantidad.

Dada la situación del País, en estos momentos verdaderamente delicados, lo que menos falta hace es promover movilizaciones de las masas –cosa por otra parte de lo más sencillo- justificando piquetes que informan con la “razón” de la agresión y la silicona, convocando colectivos sociales como el de los indignados que buena muestra han dado ya de algaradas y otros desmanes. España no está para protestar por el trabajo dejando de trabajar. ¿Por qué no lo hacen al revés? trabajemos 1 hora más durante una semana, por ejemplo.

La aportación negativa, la foto negativa, de España que situaciones como esta transmiten al mundo son equiparables a las manifestaciones independentistas de otros politiquillos. Precisamente todos ellos, sindicatos y partidos, que tanto valoran salir en la “foto”. Pobre gente. Al final solo nos queda que pensar que la pela es la pela para unos y para otros. Los sindicatos con sus mermas en el dinero fácil que hasta ahora recibían y algunos políticos con la bajada, también, en la percepción de fondos para mantenerse en el poder ere que ere, no saben más que recurrir a este tipo de movilizaciones fáciles creando un imaginario enemigo común.

Otra cosa son las manifestaciones puntuales de algunos sectores que se sienten efectivamente perjudicados en los efectos de rebajas por ajustes. Estas son perfectamente respetables y quizás, hasta debieran resultar más escuchadas.
El derecho a holgar, como todos los derechos, tiene sus límites; unos de carácter legal, otros sociales y  económicos pero también de carácter ético y responsable. Que cada uno medite y valore de forma inteligente y no borreguil las consecuencias de sus actos. Menos holgar y más construir. Menos pancarta y más lectura.

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