El tontolculo se creyó que era casi un dios y lanzó un escupitajo contra
el viento, convencido de que superaría las leyes físicas establecidas. Su
escupitajo le fue devuelto de manera inmisericorde en forma de vómito repleto
de soberbia, cretinidad y altanería.
Lo primero que aprende un grumete, aprendiz de navegante, es a no mear ni escupir nunca contra el viento. Solo la ceguera y la chulería pueden hacer olvidar esta regla básica.
Solamente un tontolculo con un alto nivel de poder y que vive instalado en la soberbia tiene la osadía de embarcarse en una aventura en busca de un poder absoluto (solo él sabe con qué objetivo enriquecedor) para alcanzar una derrota, de magnitud tal, que le manda a vivir bajo un puente y convertirse en el hazmerreir de los suyos y mucho Mas de los otros.
El tontolculo en su delirio ha ido pregonando por el mundo sus interesados objetivos,
recibiendo desplantes de todo tipo que a cualquier normal le harían desistir; pero a este no,
tal es la ceguera y el engreimiento que sus pelotas de turno le han hecho
creer.
¿Qué explicación dará sobre el
resultado alcanzado? ¡¡¡Que ridículo Mas atroz!!! ¿Que dirán en Europa y en el
mundo en general sobre los grupos de tontolculos que abanderan el escupir
contra el viento? ¿Se darán cuenta que los vientos del progreso hablan de sumar
y no de restar?
¡¡Vamos saquen un hálito de dignidad y presenten su dimisión ¡¡ya!! todos los tontolculos que lo han sido!!
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