
La Celda 1438, dentro del estilo
habitual de la autora, va ganando paulatinamente fuerza en el relato hasta
momentos de verdadera intriga en los que el lector no puede dejar la lectura
para más adelante, se hace preciso avanzar y conocer el progreso de los
acontecimientos siempre con la intensa presencia de los personajes principales.
Es hacia el último tercio del libro cuando la ansiedad y la intriga alcanzan altos niveles de interés progresivamente.
Es también el sello de la autora
la descripción minuciosa de los personajes, lugares y entornos en que se
desarrolla la acción. En La Celda 1438 pone de manifiesto esta cualidad y con
ello produce en el lector una sensación de dominio de la escena que está
leyendo situándose en medio de ella.
En esta Celda 1438 nos sitúa al
personaje principal que va a recorrer con nosotros (bueno, mejor nosotros con
él) varios escenarios que responden a situaciones y temas candentes en la
actualidad como cárceles infrahumanas, narcotraficantes sin escrúpulos, venganzas,
corrupción en los estamentos y, por momentos, sentir un no saber quién es quien
que te empuja a seguir leyendo para intentar situar adecuadamente a los buenos
y a los malos.
Pero, claro, en la línea
determinante de Matilde Gonzálvez, la escritora, no puede estar ausente el
amor. Como en todas sus novelas el amor irrumpe de forma brava conduciendo a
los personajes por caminos escabrosos y de dudas de todo tipo, con resultados,
casi siempre, de buen final.
En resumen, se trata de una
novela corta que se lee del tirón y, con todos los ingredientes mencionados, de
forma fácil resultando un estupendo y reconfortante entretenimiento. Muy recomendable.
Gracias Matilde por seguir adelante con tu ciclo de escritora como te pedía en la reseña que realicé sobre tu primer libro El Sirikal en el año 2013.
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