La verdad es que la crítica
situación en que nos encontramos produce un sinfín de actuaciones que a veces se
pueden confundir y malinterpretar. Ocurre con los recortes y las reformas. Los recortes
se refieren a los gastos, ajustes en las partidas de gasto hacia el
cumplimiento de los objetivos de déficit marcados. Las reformas,
aunque de alguna manera puedan tener también efectos sobre las cuentas, los
gastos y el déficit, fundamentalmente son modificaciones sobre normas, leyes y
reglamentos que han de ser reconsideradas con arreglo a los nuevos tiempos y
nuevas necesidades. Estas, deberían contener, principalmente, puntos de mejora
cara al futuro del País fomentando el empleo, la inversión y demás palancas de
crecimiento. Las reformas
más destacadas son, hasta ahora, la laboral, educación y sanitaria con algunas
parciales sobre las prácticas de las entidades financieras. Faltan otras
importantes como las que han de hacerse sobre la justicia, inmigración,
autonomías, manifestación, libertad de expresión, política carcelaria y otras.
Por otra parte, los ajustes o recortes
de gastos que se hacen necesarios apuntan, de forma fácil pero destacada, a la
enorme carga burocrática y funcionarial que se ha ido creando a lo largo de la
democracia (igual que aumenta y sobresale un hormiguero de termitas). Como
partida de gasto, la de personal ocupa un puesto muy importante y, lamentablemente,
es la más fácil de atacar por los personajillos responsables de turno. Siempre
lo más sencillo es reducir puestos de trabajo o intentarlo en sus
retribuciones. Este camino no siempre es el más acertado. Es frecuente que los
árboles no nos dejen ver el bosque.
Para sanear el déficit, tanto del
Estado como el de las Autonomías, de las Diputaciones y los Ayuntamientos
debería actuarse con total prioridad en la mejora de la gestión sobre el ahorro
de gastos, llamémosles, superfluos: gastos de representación, viajes, dietas,
coches, instalaciones, reuniones y por qué no, también en subvenciones, ayudas
y otras partidas que no actúen directamente sobre el bienestar social y que
normalmente proceden de gestos políticos para quedar bien con ciertos grupos,
cuando no para asegurarse algunos votos. Existen colectivos que han adoptado
como medio de vida la subvención y se han convertido en verdaderos parásitos de
la sociedad. Indudablemente, identificarlos sería como tratar de hacer la mejor
selección de futbol, cada españolito tiene su propio criterio, pero haberlos
haylos.
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