Es curioso cómo y con qué
facilidad se critica y se ataca la propiedad privada, cuestionando la legalidad
vigente. Es muy fácil, en la desesperación por la crisis, decir que los ricos
paguen más y lo pobres menos. Es también muy oportunista levantar esa bandera,
para algunos dirigentes sindicalistas y otros que solo buscan la relevancia y
la foto en aras de “defender al débil”.
“La tierra para quien la trabaja”
rezan las pancartas en nuestras zonas rurales cuando hay movida sindical o
removida, como quiera llamarse. Vamos a ver, ¿también la empresa para sus
trabajadores? ¿la silla para quien la ocupa? ¿la casa para quien la habita?
etc. etc. Se plantean estos genios qué hacer cuando un beneficiado se queje de
que el de al lado tiene mejor parcela, o que el otro tiene más, o que aquel
está más cerca del agua, “lo mío es secano” dirán unos, “para acceder a mi
parte me estorba la de aquel” dirán otros. Todo esto mientras a algún lumbrera
no se le ocurra poner en marcha los eres, entonces ya apaga y vámonos.
¡¡ Qué fácil es decidir con lo de
los demás!! Yo siempre digo que no hay dos personas o grupos exactamente con el
mismo patrimonio. Como decían mis mayores “a todo hay quien gane”. ¿No piensa,
quien aquellos argumentos defiende, que él, precisamente él, tiene más que otros
que conoce, familia, amigos o vecinos?, por poco más que sea ¿ha pensado en
repartirlo con ellos?
Es del ser humano que haya vagos
y trabajadores, listos y torpes, esforzados y cómodos, buenos y malos
estudiantes. La práctica y uso de las diferentes opciones y virtudes o defectos
llevan a cada uno a alcanzar unos logros que nunca van a ser exactamente
iguales a los de los demás. Lo que sí debe haber son leyes que garanticen la
igualdad de oportunidades para las personas pero no de sus logros (eso ya
depende de cada uno), así como también debe legislarse para evitar privilegios
en función de la magnitud patrimonial. Llegados a este punto me surge la duda
de si habré visto alguna vez pancartas para dar dinero a aquellos hacendados o
empresarios que habiendo puesto en juego toda su hacienda, perdieron todo lo
que tenían dando empleo y trabajo a los demás. No recuerdo haberlo visto nunca.
En mis tiempos jóvenes me dejó
huella un artículo que leí no sé donde ni de quien era que venía a decir que,
matemáticamente si se repartieran todos los bienes sobre la tierra en un
imaginable mismo momento, pasarían solo 20 minutos –creo recordar- para que de
nuevo hubiera pobres y ricos. Ese sería el resultado casi inmediato de los
primeros movimientos hechos por cada uno con sus bienes.
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